Para
Gardner se trata de «desprogramar» al niño y
obligarlo a aceptar al padre rechazado.
Para
esto el autor sugiere visitas obligatorias al padre y, en los casos más
extremos, el cambio de custodia y la mudanza del niño a la casa de éste. El
diagnóstico del SAP se basa en el grado de éxito que tuvo la madre en
«adoctrinar» a su hijo: cuanto mayor es la hostilidad del niño hacia su padre y
más lo rechaza, más severo es el SAP y más extremo debe ser el tratamiento. Según
Gardner no solo la madre puede ser la programadora y la que le lava el cerebro
a sus hijos, a veces la hermana mayor, con la falsa creencia de haber sido ella
misma abusada puede serlo. Gardner da el ejemplo de una niña de seis años
(Sally) adoctrinando a sus hermanitos.
Pero
como, según Gardner, en la mayoría de los casos es la madre la favorecida y el
padre el denigrado no se debe
permitir a la madre elegir terapeuta porque elegirá una terapeuta femenina que
será antagonista de los hombres y
desarrollará una folie-à-deux o Trastorno
psicótico compartido o
incluso una «folie-à-trois» tomando partido por el niño y la
madre. Esto debe ser prohibido por la corte y la madre debe ser obligada a
tratarse con el terapeuta de la corte porque su propia terapeuta podría
servirle de apoyo.
El
único terapeuta aceptado tiene que ser el psicólogo o psiquiatra que
diagnosticó el SAP, el mismo que en muchos casos propuso la medida de cambio de
custodia del padre a la madre durante el litigio.
Gardner
propone que la corte impida que la terapeuta de la madre, que siempre será otra
mujer, sea la que trate al niño o a la niña, porque en muchos casos no es
posible realizar ningún tratamiento mientras estos niños continúen viviendo con
su madre. En los casos de mayor gravedad el elemento más importante del
tratamiento es la inmediata transferencia del niño al hogar del así llamado
padre odiado. Esto se recomienda tanto para casos de SAP severo como para
algunos de SAP moderado para impedir que el SAP progrese hacia el tipo severo.
La
presencia de SAP es lo que determina la recomendación que el terapeuta le hace
a la corte de cambio de custodia.
El
padre «alienado» debe seguir estrictamente las indicaciones del terapeuta. Para
Gardner la mudanza permanente al hogar paterno es fundamental en los casos en
los que la única manera de que el niño tenga relación con su padre es
forzándolo.
En
muchos casos lo que sucede es que al padre le resulta imposible lograr la
aceptación del niño para llevárselo a su casa. Estos niños, si se los lleva a
la fuerza, suelen escaparse y hacer todo lo posible por volver con su madre. Entonces
la única esperanza de que el niño sea protegido de la mala influencia de su
madre es el traslado o mudanza de éste a la casa del padre.
Los
terapeutas deben saber exactamente qué amenazas pueden utilizar para dar apoyo
a sus sugerencias, instrucciones e incluso manipulaciones. Ellos deben
reconocer que hacer lo que los niños piden puede no ser lo mejor para ellos. Lo
que es el mejor interés en los casos de SAP es que los niños sean forzados a
visitar al padre alienado. Los terapeutas que no se sientan cómodos con lo que
él denomina la terapia de la amenaza (después de todo, dice Gardner, la vida
está llena de amenazas) no deben trabajar con las familias de SAP. Terapeutas
que reconocen como válidos los deseos de sus pacientes y consideran que es
terapéuticamente contraindicado presionar o realizar coerción sobre el paciente
no son buenos candidatos para este tipo de terapia.
Lo
mismo sucede con los custodios de la corte quienes muchas veces no apoyan las
maniobras coercitivas del terapeuta.
Dice
Gardner que antes de solicitar el cambio de custodia, como las madres siempre
se resisten a las visitas del padre, se pueden utilizar diferentes recursos.
Una posibilidad es amenazar a la madre con que la única manera de que ella
pueda ver a sus hijos es que ella permita que visiten al padre en su casa, sino
se los sacarán. Gardner llama a esto: «intercambio de prisioneros». Si no da resultado,
finalmente propone la amenaza económica y de la cárcel para la madre, y la amenaza de internar al niño en un
hospital psiquiátrico convencen a la mayoría de estas mujeres a aceptar el
traslado.
Si
esta etapa no diera resultado y el niño siguiera sin aceptar plenamente a su
progenitor otra consideración, si el niño insiste en escaparse y sobre todo
para niños más pequeños, sería una internación en una casa de acogida o refugio
temporal primero, en un hospital psiquiátrico en segundo lugar o en un centro
reformatorio para delincuentes si éstos no funcionaran.
Esto
tiene un sentido punitivo y podría ayudar a tales niños a replantear su
decisión de no visitar al padre.
El
propósito principal de este programa terapéutico es reforzar la separación de
la madre y el niño para proteger al niño de la campaña de manipulación y
programación de ésta. Durante esta fase se debe evitar todo contacto con la
madre incluyendo llamadas telefónicas o correo. Cuando se reinician las visitas al
hogar del padre se debe prohibir todo acercamiento de la madre so pena de
encarcelamiento u hospitalización para la misma.
En
casos extremos conviene separar del todo al niño de la madre por meses incluso
años. El darse cuenta de que no
podrán volver a su hogar y que, si insisten en rebelarse, su permanencia durará
más tiempo fuera de casa, ayudará a que los niños se den por vencidos y
finalmente acepten mudarse a la casa del padre.
Los
terapeutas que creen que deben respetar los reclamos del niño cuando llora que
quiere ver a su madre en realidad lo están perjudicando porque verla contribuye
al afianzamiento de la alienación. Gardner sostiene que un terapeuta debe tener
la piel bien curtida para soportar los reclamos del niño sin acceder a sus
caprichos. No se debe respetar al niño cuando se opone a visitar al padre
alienado. No se lo debe escuchar pues tomar en serio las acusaciones de
maltrato o abuso sexual hechas por un niño SAP es un grave error. No se les
debe permitir insistir en sus acusaciones de abuso sexual porque el terapeuta
sabe que son falsas. Es antiterapéutico escuchar estas falsas acusaciones. Lo terapéutico
es decirle al niño que eso no ocurrió. Los niños pueden haber fabricado estas
acusaciones y fantasías sexuales por si mismos o haber sido programados por su
madre. Una manera que tiene el terapeuta de confirmar que la acusación es falsa
es carear al niño denunciante con su padre porque en el enfrentamiento cara a
cara estos niños no logran sostener su acusación y suelen retractarse.
Para
Gardner no se puede prestar atención a las quejas del niño sobre la crueldad
del terapeuta que lo obliga a visitar al padre «alienado» porque en realidad
los niños quieren ser obligados a visitar al padre.
El
problema con estos niños radica en que comparten las mismas fantasías
paranoides de sus madres con respecto a sus padres y también creen que fueron
abusados. Al llevarlos a la casa del padre algunos llegan a tener un ataque de
pánico o quedan tan paralizados de terror al verlo que se escapan corriendo. Estos
niños no sienten ningún remordimiento por como tratan a su padre y muestran una
completa falta de gratitud por los regalos recibidos y la manutención económica
que reciben de él, llegando al extremo de presentar características
psicopáticas por su ausencia de culpa y su insensibilidad ante el sufrimiento
de su progenitor al punto de rechazar o destruir sus regalos.
En
el tratamiento del SAP según Gardner, a diferencia del resto de los
tratamientos psicoterapéuticos, la confidencialidad no existe, el terapeuta
puede darle información del paciente a los abogados y también puede solicitar
al juzgado la aplicación de sanciones para
la madre que se resista sugiriendo al juez la reducción de la cuota alimentaria
(aunque no funciona en los casos en que el padre no pasa dinero o no paga
alimentos), la aplicación de multas, arresto domiciliario, servicios comunitarios obligatorios o
la encarcelación.
Gardner
lamenta no haber logrado convencer a los jueces de encarcelar a las madres
reacias al tratamiento.
Muchas
veces no alcanza con las amenazas y es necesario que las sanciones sean
aplicadas para que tanto la «alienadora» como sus hijos entiendan que la
amenaza de la corte es en serio, entonces responderán positivamente a las
sanciones y al programa terapéutico del SAP. Sin embargo, el objetivo del
tratamiento no es alejar definitivamente a los hijos de sus madres sino
desprogramarlos, razón por lo cual si se logran reducir las manipulaciones se
pueden realizar visitas a la madre supervisadas por el terapeuta para evitar un
nuevo adoctrinamiento.
El
SAP es un excelente ejemplo de un desorden psiquiátrico en el cual los
profesionales tanto de la salud mental como de la ley deben trabajar en
conjunto para ayudar a estos niños. Ninguna de estas disciplinas puede hacerlo
si la otra no está involucrada. Los trabajadores de la salud mental necesitan
del apoyo del poder de la corte para implementar sus recomendaciones y la corte
necesita de la ayuda de los profesionales de la salud mental para conducir una
terapia adecuada. Si el juzgado no impone sanciones la terapia no funciona. Sin
el poder de la corte el terapeuta no podría manipular al paciente ni forzarlo y
esta terapia no sería posible.
Para
mostrarnos como funciona el tratamiento, en su artículo «Terapia familiar en el tipo
moderado de síndrome de alienación parental» , Gardner publica una viñeta clínica
de lo que él describe como un diálogo típico en la terapia del SAP. Se trata de
una niña de seis años que se niega a visitar a su padre en su casa durante un
fin de semana entero aunque acepta verlo durante una o dos horas en presencia de
un asistente social:
Gardner:
- ¿Qué harías si el juez te dice que si no vas a pasar el fin de semana con
tu padre, él dejará de pasar la cuota de alimentos a tu madre durante una
semana?
Paciente:
- Igual no iría a visitarlo,
conseguiría un trabajo y le daría yo el dinero a mi madre.
Gardner:
- ¿Qué harías si el juez te dice que si no vas le dejaría de pasar dinero a
tu madre para siempre y ella se quedara sin nada de dinero?
Paciente:
- Si es necesario yo y mis dos
hermanos pequeños saldríamos a trabajar para mantenernos pero no vería a mi
padre.
Gardner:
- ¿Qué harías si el juez te dice que si no vas este fin de semana a ver a tu
padre el juez llevaría a tu madre a la cárcel todo el fin de semana?
Paciente:
- Mi madre dice que, si yo no
quiero ir y me siento incómoda con él, ella soportaría ir a la cárcel antes que
yo me vea obligada a hacer algo que no quiero.
Gardner:
- ¿Qué harías si el juez dice que la va a dejar en la cárcel el tiempo que
sea necesario hasta que tu vayas a ver a tu padre y te quedes con él?
Paciente:
- Iría a verlo.
Otros
autores comparten este criterio de Gardner de que es necesario quitarle la
custodia a la madre «alienante» y dársela al padre «alienado». Como la
indicación de los terapeutas que trabajan con el síndrome suele ser esta,
existen pedidos explícitos de que el cambio de custodia se haga efectivo.
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