Según Gardner, el PAS es una perturbación en el niño
que, en el contexto del divorcio, es inducido a desaprobación y crítica de un
progenitor, denigración que es injustificada o/y exagerada. Gardner considera
que el PAS nace primariamente de una combinación de influencia parental y de
las contribuciones activas del propio niño a la campaña de denigración,
factores que pueden reforzarse mutualmente. Gardner distingue entre Síndrome de
Alienación Parenta,l y el término "Alienación Parental". Hay un gran
elenco de causas de alienación parental, incluyendo el abuso parental de buena
fe y/o negligente, así como déficits significativos en un padre rechazado que
pueden no alcanzar el grado de abuso. Desde la perspectiva de Gardner, el
diagnóstico de PAS sólo resulta aplicable cuando el abuso, la negligencia y
otras conductas llevadas a cabo por el padre alienado que puedieran justificar
razonablemente la alienación sean relativamente mínimas. Por tanto, Gardner
concibe el PAS como una subcategoría especializada de la alienación parental
genérica. Desde que introdujo el concepto de PAS en 1985, Gardner ha escrito
dos libros sobre la materia (15 y 16), e incluido un capítulo sobre el PAS en
su libro titulado "Evaluación Familiar en la Mediación, Arbitraje y
Litigios por la Custodia del Niño (17).
Dependiendo de la severidad del PAS, un niño puede
exhibir todos o unos cuantos de los siguientes comportamientos. Es la
acumulación de estos síntomas lo que inclina a Gardner a considerarlos un
síndrome:
- El niño está alineado con el progenitor alienador en una campaña de denigración contra el progenitor objeto, en la que el niño contribuye activamente.
- Las razones alegadas para justificar el desacreditar al padre objeto son a menudo débiles, frívolas o absurdas.
- La animadversión hacia el padre rechazado carece de la ambivalencia normal en las relaciones humanas.
- El niño afirma que la decisión de rechazar al padre objeto es exclusivamente propia, lo que Gardner llama el fenómeno del "pensador independiente".
- El niño apoya reflexivamente al progenitor con cuya causa está alineado.
- El niño expresa desprecio sin culpa por los sentimientos del padre objeto u odiado.
- Se evidencian escenarios prestados, por ejemplo, las afirmaciones del niño reflejan temas y terminologías propias del progenitor alienador.
- La animosidad se extiende a la familia ampliamente y a quienes se asocia con el padre odiado.

Según Gardner, el componente de lavado de cerebro en
el PAS puede ser más o menos consciente de parte del progenitor que
"programa" al hijo, y puede ser sistemático o sutil. La
contribuciones activas del niño a la campaña de denigración pueden ayudar a
crear y mantener un flujo de refuerzo mútuo entre el niño programado y el
progenitor que le programa. Pese a las contribuciones del hijo, Gardner
contempla al padre alientante como el adulto responsable que crea o trasmite un
conjunto negativo de creencias respecto al progenitor objeto. Las experiencias
cariñosas del niño con el padre objeto en el pasado son reemplazadas por una
nueva realidad, el escenario negativo trasmitido por el progenitor programador
y compartido por el niño, que justifica su rechazo del padre alienado. A la luz
de estas observaciones, Gardner previno de que las afirmaciones de los niños en
los casos de divorcio/custodia que versaran sobre el rechazo a uno de los
progenitores no deberían tomarse en consideración literalmente, sino evaluados
por el filtro de las dinámicas del PAS. De acuerdo con la psicóloga Mary Lund,
esta introspección es una de las contribuciones más imporatntes de Gardner,
porque alertó al sistema legal, a los padres y a los profesionales de la salud
mental que tratan con divorcios de una importante eventualidad que podría tener
efectos desastrosos si se deja pasar desapercibida. (19)
Gardner subraya la importancia de distinguir entre PAS
leve, moderado y agudo en la determinación de qué medidas legales y
terapéuticas son de aplicación. En los casos leves, existe alguna programación
parental, pero el régimen de visitas no resulta seriamente afectado y el niño
consigue adaptarse a las transiciones sin excesiva dificultad. El niño mantiene
una relación sana con el progenitor programador y normalmente participa en la
campaña de denigración para mantener el vínculo emocional primario con el
progenitor preferido, por regla general la madre. El PAS de estas
caracterísiticas puede normalmente verse atenuado cuando los tribunales
confirman la custodia del progenitor preferido o primario.
En los casos de PAS moderado existe una programación
parental considerable, con interferencias significativas en el régimen de
visitas. El niño a menudo experimenta dificultades en la transición de una casa
a otra, pero eventualmente consigue calmarse y se involucra benevolentemente
con el progenitor con el que convive en cada momento. El vínculo entre el
progenitor alienador y el hijo es aún razonablemente sano, a pesar de su
convicción compartida de que el progenitor objeto es de alguna manera
despreciable. A este nivel se requiere una intervención legal más fuerte, y un
perito terapeuta especializado en PAS resulta muy recomendable para organizar
las visitas, oficiar profesionalmente en el momento de las transiciones de una
casa a otra e informar al juzgado de los incumplimientos que se han forzado en
el régimen normal de visitas. Puede ser necesaria la amenaza de sanciones
contra el padre alienador a fin de asegurar el cumplimiento del régimen de
visitas ordenado. Si fracasa la implantación de medidas legales y de
intervenciones terapéuticas en el caso de PAS moderado, el niño puede quedar
bajo riesgo de desarrollar un PAS agudo. En algunos casos moderados, cuando han
fracasado las medidas terapéuticas legalmente ordenadas y también las
sanciones, Gardner afirma que puede ser necesario considerar seriamente el
transferir al custodia al progenitor supuestamente odiado, asumiendo que el
progenitor es adecuado. En ciertas ocasiones, esa es la única esperanza de
proteger al niño de la progresión hacia el grado agudo del síndrome.
El niño que sufre un caso de PAS agudo es un fanático
en su odio por el padre objeto. El niño puede rehusar las visitas, formular de
motu propio falsas acusaciones de abuso sexual o amenazar con huir, con el
suicidio o con el homicidio si se le obliga a ver a su padre. La madre y el
hijo tienen un vínculo patológico, a menudo basado en fantasías paranoides
sobre el padre, a veces hasta el punto de ser una locura a dos. En los casos
agudos de PAS, Gardner descubrió que si se deja al niño permanecer con la
madre, la relación con el padre está condenada y el niño desarrollará una
psicopatología de larga duración, e incluso una paranoia. Asumiendo la
idoneidad del padre objeto, Gardner está convencido de que el único remedio
efectivo en los casos de PAS agudo es dar la custodia al progenitor alienado.
En 1992 sugirió que los tribunales debieran ser más receptivos al cambio de
custodia empleando un periodo transitorio con apoyo terapéutico para el niño,
tal como una hospitalización, recurso este empleado profesionalmente por la
autora de este artículo y su marido (ver caso en la segunda parte del mismo).
La
concepción inicial de Gardner sobre el PAS se basaba en la obsesión del niño
por denigrar al padre objeto. No fué sino dos años más tarde, cuando publicó su
primer libro sobre el PAS, que vinculó el problema del síndrome con el de las
acusaciones falsas de abuso sexual. Gardner opta por la idea de que tales
acusaciones son una derivación del PAS, y observa que a menudo emergen cuando
cualesquiera otros esfuerzos de excluir al progenitor objeto han fracasado.
Parte de la literatura mencionada más adelante indica, no obstante, que las
falsas acusaciones de abuso pueden aflorar incluso con anterioridad a la
separación matrimonial, síntomas de una patología psiquiátrica previa del padre
alienante que puede no diagnosticarse sino con el subsiguiente deterioro mental
posterior al divorcio. Gardner fue de los primeros en reconocer que involucrar
a un niño en falsas acusaciones de abuso, es una forma de abuso en sí mismo y
un indicador de problemas graves en el sistema legal del divorcio. En la misma
medida en que el PAS con acusaciones falsas de abuso puede redundar en la
destrucción permantente de la relación del hijo con el padre alienado, puede
ser incluso más dañino para el niño que si el abuso alegado hubiera realmente
acontecido.
Psicóloga Forense Dra. Deirdre
Conway Rand
Periódico Americano de Psicologia
forense, volumen 15 numero 3, 1997
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