miércoles, 8 de enero de 2014

Tratamiento del Síndrome de Alienación Parental

Para Gardner se trata de «desprogramar» al niño y obligarlo a aceptar al padre rechazado.

Para esto el autor sugiere visitas obligatorias al padre y, en los casos más extremos, el cambio de custodia y la mudanza del niño a la casa de éste. El diagnóstico del SAP se basa en el grado de éxito que tuvo la madre en «adoctrinar» a su hijo: cuanto mayor es la hostilidad del niño hacia su padre y más lo rechaza, más severo es el SAP y más extremo debe ser el tratamiento. Según Gardner no solo la madre puede ser la programadora y la que le lava el cerebro a sus hijos, a veces la hermana mayor, con la falsa creencia de haber sido ella misma abusada puede serlo. Gardner da el ejemplo de una niña de seis años (Sally) adoctrinando a sus hermanitos.

Pero como, según Gardner, en la mayoría de los casos es la madre la favorecida y el padre el denigrado no se debe permitir a la madre elegir terapeuta porque elegirá una terapeuta femenina que será antagonista de los hombres y desarrollará una folie-à-deux o Trastorno psicótico compartido o incluso una «folie-à-trois» tomando partido por el niño y la madre. Esto debe ser prohibido por la corte y la madre debe ser obligada a tratarse con el terapeuta de la corte porque su propia terapeuta podría servirle de apoyo.

El único terapeuta aceptado tiene que ser el psicólogo o psiquiatra que diagnosticó el SAP, el mismo que en muchos casos propuso la medida de cambio de custodia del padre a la madre durante el litigio.

Gardner propone que la corte impida que la terapeuta de la madre, que siempre será otra mujer, sea la que trate al niño o a la niña, porque en muchos casos no es posible realizar ningún tratamiento mientras estos niños continúen viviendo con su madre. En los casos de mayor gravedad el elemento más importante del tratamiento es la inmediata transferencia del niño al hogar del así llamado padre odiado. Esto se recomienda tanto para casos de SAP severo como para algunos de SAP moderado para impedir que el SAP progrese hacia el tipo severo.

La presencia de SAP es lo que determina la recomendación que el terapeuta le hace a la corte de cambio de custodia.

El padre «alienado» debe seguir estrictamente las indicaciones del terapeuta. Para Gardner la mudanza permanente al hogar paterno es fundamental en los casos en los que la única manera de que el niño tenga relación con su padre es forzándolo.

En muchos casos lo que sucede es que al padre le resulta imposible lograr la aceptación del niño para llevárselo a su casa. Estos niños, si se los lleva a la fuerza, suelen escaparse y hacer todo lo posible por volver con su madre. Entonces la única esperanza de que el niño sea protegido de la mala influencia de su madre es el traslado o mudanza de éste a la casa del padre.

Según Gardner el enfoque terapéutico implica un grado significativo de manipulación de la gente. Los terapeutas que trabajan con niños del SAP deben sentirse cómodos con métodos alternativos de terapia, una terapia que implica un enfoque autoritario al tratamiento.
Los terapeutas deben saber exactamente qué amenazas pueden utilizar para dar apoyo a sus sugerencias, instrucciones e incluso manipulaciones. Ellos deben reconocer que hacer lo que los niños piden puede no ser lo mejor para ellos. Lo que es el mejor interés en los casos de SAP es que los niños sean forzados a visitar al padre alienado. Los terapeutas que no se sientan cómodos con lo que él denomina la terapia de la amenaza (después de todo, dice Gardner, la vida está llena de amenazas) no deben trabajar con las familias de SAP. Terapeutas que reconocen como válidos los deseos de sus pacientes y consideran que es terapéuticamente contraindicado presionar o realizar coerción sobre el paciente no son buenos candidatos para este tipo de terapia.

Lo mismo sucede con los custodios de la corte quienes muchas veces no apoyan las maniobras coercitivas del terapeuta.

Dice Gardner que antes de solicitar el cambio de custodia, como las madres siempre se resisten a las visitas del padre, se pueden utilizar diferentes recursos. Una posibilidad es amenazar a la madre con que la única manera de que ella pueda ver a sus hijos es que ella permita que visiten al padre en su casa, sino se los sacarán. Gardner llama a esto: «intercambio de prisioneros». Si no da resultado, finalmente propone la amenaza económica y de la cárcel para la madre, y la amenaza de internar al niño en un hospital psiquiátrico convencen a la mayoría de estas mujeres a aceptar el traslado.

Si esta etapa no diera resultado y el niño siguiera sin aceptar plenamente a su progenitor otra consideración, si el niño insiste en escaparse y sobre todo para niños más pequeños, sería una internación en una casa de acogida o refugio temporal primero, en un hospital psiquiátrico en segundo lugar o en un centro reformatorio para delincuentes si éstos no funcionaran.

Esto tiene un sentido punitivo y podría ayudar a tales niños a replantear su decisión de no visitar al padre.

El propósito principal de este programa terapéutico es reforzar la separación de la madre y el niño para proteger al niño de la campaña de manipulación y programación de ésta. Durante esta fase se debe evitar todo contacto con la madre incluyendo llamadas telefónicas o correo. Cuando se reinician las visitas al hogar del padre se debe prohibir todo acercamiento de la madre so pena de encarcelamiento u hospitalización para la misma.

En casos extremos conviene separar del todo al niño de la madre por meses incluso años. El darse cuenta de que no podrán volver a su hogar y que, si insisten en rebelarse, su permanencia durará más tiempo fuera de casa, ayudará a que los niños se den por vencidos y finalmente acepten mudarse a la casa del padre.

Los terapeutas que creen que deben respetar los reclamos del niño cuando llora que quiere ver a su madre en realidad lo están perjudicando porque verla contribuye al afianzamiento de la alienación. Gardner sostiene que un terapeuta debe tener la piel bien curtida para soportar los reclamos del niño sin acceder a sus caprichos. No se debe respetar al niño cuando se opone a visitar al padre alienado. No se lo debe escuchar pues tomar en serio las acusaciones de maltrato o abuso sexual hechas por un niño SAP es un grave error. No se les debe permitir insistir en sus acusaciones de abuso sexual porque el terapeuta sabe que son falsas. Es antiterapéutico escuchar estas falsas acusaciones. Lo terapéutico es decirle al niño que eso no ocurrió. Los niños pueden haber fabricado estas acusaciones y fantasías sexuales por si mismos o haber sido programados por su madre. Una manera que tiene el terapeuta de confirmar que la acusación es falsa es carear al niño denunciante con su padre porque en el enfrentamiento cara a cara estos niños no logran sostener su acusación y suelen retractarse.

Para Gardner no se puede prestar atención a las quejas del niño sobre la crueldad del terapeuta que lo obliga a visitar al padre «alienado» porque en realidad los niños quieren ser obligados a visitar al padre.

El problema con estos niños radica en que comparten las mismas fantasías paranoides de sus madres con respecto a sus padres y también creen que fueron abusados. Al llevarlos a la casa del padre algunos llegan a tener un ataque de pánico o quedan tan paralizados de terror al verlo que se escapan corriendo. Estos niños no sienten ningún remordimiento por como tratan a su padre y muestran una completa falta de gratitud por los regalos recibidos y la manutención económica que reciben de él, llegando al extremo de presentar características psicopáticas por su ausencia de culpa y su insensibilidad ante el sufrimiento de su progenitor al punto de rechazar o destruir sus regalos.

En el tratamiento del SAP según Gardner, a diferencia del resto de los tratamientos psicoterapéuticos, la confidencialidad no existe, el terapeuta puede darle información del paciente a los abogados y también puede solicitar al juzgado la aplicación de sanciones para la madre que se resista sugiriendo al juez la reducción de la cuota alimentaria (aunque no funciona en los casos en que el padre no pasa dinero o no paga alimentos), la aplicación de multas, arresto domiciliario, servicios comunitarios obligatorios o la encarcelación.

Gardner lamenta no haber logrado convencer a los jueces de encarcelar a las madres reacias al tratamiento.

Muchas veces no alcanza con las amenazas y es necesario que las sanciones sean aplicadas para que tanto la «alienadora» como sus hijos entiendan que la amenaza de la corte es en serio, entonces responderán positivamente a las sanciones y al programa terapéutico del SAP. Sin embargo, el objetivo del tratamiento no es alejar definitivamente a los hijos de sus madres sino desprogramarlos, razón por lo cual si se logran reducir las manipulaciones se pueden realizar visitas a la madre supervisadas por el terapeuta para evitar un nuevo adoctrinamiento.

El SAP es un excelente ejemplo de un desorden psiquiátrico en el cual los profesionales tanto de la salud mental como de la ley deben trabajar en conjunto para ayudar a estos niños. Ninguna de estas disciplinas puede hacerlo si la otra no está involucrada. Los trabajadores de la salud mental necesitan del apoyo del poder de la corte para implementar sus recomendaciones y la corte necesita de la ayuda de los profesionales de la salud mental para conducir una terapia adecuada. Si el juzgado no impone sanciones la terapia no funciona. Sin el poder de la corte el terapeuta no podría manipular al paciente ni forzarlo y esta terapia no sería posible.

Para mostrarnos como funciona el tratamiento, en su artículo «Terapia familiar en el tipo moderado de síndrome de alienación parental» , Gardner publica una viñeta clínica de lo que él describe como un diálogo típico en la terapia del SAP. Se trata de una niña de seis años que se niega a visitar a su padre en su casa durante un fin de semana entero aunque acepta verlo durante una o dos horas en presencia de un asistente social:

Gardner: - ¿Qué harías si el juez te dice que si no vas a pasar el fin de semana con tu padre, él dejará de pasar la cuota de alimentos a tu madre durante una semana?
Paciente: - Igual no iría a visitarlo, conseguiría un trabajo y le daría yo el dinero a mi madre.

Gardner: - ¿Qué harías si el juez te dice que si no vas le dejaría de pasar dinero a tu madre para siempre y ella se quedara sin nada de dinero?
Paciente: - Si es necesario yo y mis dos hermanos pequeños saldríamos a trabajar para mantenernos pero no vería a mi padre.

Gardner: - ¿Qué harías si el juez te dice que si no vas este fin de semana a ver a tu padre el juez llevaría a tu madre a la cárcel todo el fin de semana?
Paciente: - Mi madre dice que, si yo no quiero ir y me siento incómoda con él, ella soportaría ir a la cárcel antes que yo me vea obligada a hacer algo que no quiero.

Gardner: - ¿Qué harías si el juez dice que la va a dejar en la cárcel el tiempo que sea necesario hasta que tu vayas a ver a tu padre y te quedes con él?
Paciente: - Iría a verlo.

Otros autores comparten este criterio de Gardner de que es necesario quitarle la custodia a la madre «alienante» y dársela al padre «alienado». Como la indicación de los terapeutas que trabajan con el síndrome suele ser esta, existen pedidos explícitos de que el cambio de custodia se haga efectivo.





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