¿Os acordáis de esa charla
íntima que tuvisteis con vuestro hijo? ¿Esa en la que le dijisteis: "Te
quiero y necesito que sepas que independientemente de cómo vista o actúe una
mujer, no es una invitación para que le silbes, te rías de ella, la acoses o la
asaltes"?
¿O de cuando le dijiste que
"la virginidad de una mujer no es un premio y acostarte con una mujer no
te da puntos"?
¿Qué tal esa conversación en
la que compartiste con él el conocimiento legal de que "no hace falta que
una mujer forcejee y ni que el hombre la reduzca para que se considere
VIOLACIÓN. Y que Intoxicación significa que no puede dar su
consentimiento legal, NO que sea un objetivo fácil"?
O quizás recuerdes haber
compartido mi favorita: "Tus experiencias sexuales no determinan cuánto
vales, igual que las experiencias sexuales de una mujer no determinan cuánto
vale ella".
Por último, pero no por eso
menos importante, ¿recuerdas haberle dado un toque a tu hijo cuando descubriste
que estaba usando la palabra "puta" así porque sí? ¿O cuando le oíste
hablar de una chica del colegio más como una conquista que como una persona?
Me gustaría que pensases en
estas conversaciones y que te preguntes por qué no las recuerdas. La razón más
probable es que no hayan ocurrido. De hecho, la mayoría de los padres no las
han tenido.
En cambio, aquí hay otras que
seguro que sí recuerdas. Te doy una pista: seguramente no las tuviste con tus
hijos.
"Ten cuidado con cómo te
vistes y cómo actúas. Es muy fácil ganarse una mala reputación".
"Los chicos son como
son; no puedes darles ninguna excusa para que se porten así contigo".
"¡Tienes que tener
cuidado! Cuando te vistes así, alguna gente lo ve como una invitación".
"Nunca salgas sola.
Nunca andes sola de noche. Nunca bebas nada que no hayas visto abrir o
servir".
Estas son las charlas más
frecuentes de padres que se preocupan como tú. Surgen del cariño, de la
preocupación, pero sobre todo, de un adoctrinamiento cultural patas arriba que
daña, oprime y castiga a las chicas jóvenes.
El adoctrinamiento cultural
del que hablo funciona más o menos así: es responsabilidad de una joven
asegurarse de no ser violada, asaltada, agobiada, acosada y abusada, porque los
chicos son chicos y algunos no pueden reprimirse.
Como autora de temas sobre
salud sexual he hablado con muchos padres que son conscientes de esta retorcida
realidad, pero no saben qué hacer al respecto.
"Es injusto y es
horrible", me admitió una madre, "pero eso no cambia el hecho de que
es cierto. No cambia el hecho de que hay hombres perversos ahí fuera que actúan
mal. Tengo que ayudar a mi hija a protegerse".
Echemos un vistazo a estos
"hombres perversos", de dónde vienen y quién demonios les educó.
La respuesta,
desafortunadamente, es TÚ.
Tenemos demasiada información
como para seguir culpando al hombre anónimo que acecha en las sombras. Tenemos
más datos de los que hacen falta para concluir que la mayoría de los abusadores
no son otros, son colegas, compañeros de
clase y exnovios y amigos.
Son chicos a los que
seguramente tu hija conoce y con los que interactúa. No puedes construir un
muro alrededor de ella para aislarla de esos hombres; ya están ahí.
No espero que te alegres por
estas noticias. Dudo incluso que muchos lo acepten. Quiero dejar claro que no
estoy diciendo que todos los jóvenes sean violadores o irrespetuosos con las
mujeres. Y por supuesto no estoy diciendo que todos los chicos tengan
predisposición a ser así.
Lo que digo es esto: vivimos
en una cultura que enjuicia a las víctimas con preguntas como "bueno,
¿cómo ibas vestida?" y "¿cuánto habías bebido?" Vivimos en una
cultura en la que una madre, preocupada por educar a sus hijos para que
"actúen honorablemente",responsabiliza a las mujeres de que los hombres las traten como objetos.
Vivimos en una cultura en la que un juez rebaja la sentencia de 30 días a un violador porque su víctima de
14 años era "mayor de su edad cronológica". Vivimos en una
cultura que relega en las mujeres y las jóvenes la responsabilidad no ser
violada, en lugar de esperar y exigir a los jóvenes y a los hombres que sean
responsables de no violar.
Tu hijo está madurando en
esta cultura con esos mensajes a su alrededor. Quizás le hayas criado en un
hogar que ha perpetuado esa cultura sin querer o quizás le hayas educado en un
hogar con valores que contrasten con esa cultura. La pregunta más importante
es: ¿Alguna vez le has dicho que no se crea lo que impone esa cultura? ¿Le has
dicho que esa cultura es inaceptable y EQUIVOCADA? ¿Has mantenido con él alguna
de las conversaciones que mencionaba antes?
Cuando tienes la charla de
"evita que te violen" con tu hija es difícil porque no quieres
imaginártela como víctima. La idea de tener la conversación de "no
violes" con tu hijo es más difícil aún porque no quieres imaginártelo como
un delincuente.
- Hazlo igualmente.
- Halzo porque muchos padres han pensado que no hacía falta y mucha gente ha sufrido por ello.
- Hazlo porque quieres a tu hijo y quieres que tenga un futuro brillante.
- Hazlo porque no hacerlo es irresponsable.
- Hazlo por tu hija o por tus sobrinas o por las jóvenes en general porque mientras esta conversación en particular puede ser aterradora, la realidad aún más aterradora es que a las chicas jóvenes siguen enseñándoles a vivir con miedo a los hombres.
Eso es lo que haces cuando
tienes la charla de "que no te violen". Le estás diciendo que siempre
sospeche, que pase el resto de su vida vigilando por el rabillo del ojo, le
estás diciendo que cualquier hombre es un depredador en potencia.
"PERO ES CIERTO",
puedes pensar. "Todas esas cosas son ciertas".
Y no te equivocas. El abuso
sexual está muy presente hoy en día: 1 de entre 4 ó 5 estudiantes universitarias
serán asaltadas sexualmente antes de que terminen la carrera.
Pero los abusos sexuales
siguen ocurriendo a pesar de las charlas que los padres tienen con sus hijas.
Parece que el enfoque de "evita que te violen" no es una estrategia
de éxito para cambiar esta pandemia. De hecho, es contraproducente porque
perpetúa una cultura en la que los hombres no sienten ninguna responsabilidad.
Por suerte, tienes las
herramientas para cambiar estos crímenes. Puedes proteger a tu hija y a otras
chicas como ella.
Y puedes hacerlo desde tu
propio salón.
Todo lo que tienes que hacer
es hablar con tu hijo.