Estamos
en una época un tanto confusa. Parece que lo ocurrido a principios del siglo
pasado aun esté reciente. La guerra civil aun colea en España, aunque realmente
quede lejos en el tiempo. A nivel educativo nos afecta mucho, la palabra clave
en este sentido es REPRESIÓN. Durante aquella época y durante muchos años
después, el país estaba sumido en una era de represión (cultural, educativa,
social, sexual,…). Ahora vemos esa represión con miedo, como el “coco” que nos
decían nuestras madres de pequeños que vendría a por nosotros si no nos
dormíamos… La palabra “represión” es el “coco” de hoy en día.
Hemos
llegado a un efecto péndulo, de la época en la que todo estaba prohibido, hemos
pasado a una época en la que TODO VALE, lo que está es PROHIBIDO PROHIBIR. Las
familias y las escuelas tienen MIEDO A EDUCAR, miedo a que cualquier acción
educativa que llevemos a cabo pueda parecer represión. En esta forma de pensar
absolutista del “todo o nada”, es muy difícil educar.
Los
padres tienen miedo de prohibirle cosas a sus hijos por MIEDO a PARECER malos
padres. Los maestros tienen miedo de ser severos por MIEDO a PARECER maestros
“chapados a la antigua” (con la respectiva reprimenda de los padres). Estos
actos, que no son otra cosa de no cumplir con nuestras responsabilidades, tanto
como padres o como docentes, son puros actos de egoísmo y de apariencia. En
esta sociedad, tan “fan” de etiquetar, nuestro mayor objetivo es que no nos
etiqueten, ni como malos padres, ni como “profes changos”, ni como nada que pueda
dañar nuestra imagen. Pero, como digo, es un acto de egoísmo, porqué sólo
pensamos en nosotros. No pensamos en nuestros hijos, en nuestros alumnos,… que
son los verdaderos damnificados en toda esta situación.
Estamos
creando futuras generaciones de jóvenes autodependientes. Cada vez es más
normal ver a jóvenes que van a repartir CV con su madre, o jóvenes que incluso
acuden a las entrevistas de trabajo acompañados de sus padres. Resulta
paradójico que en la sociedad de la información, la sociedad de la competitividad,
haya más desempleo que nunca. Los docentes están mucho más preparados que
antes, ya no existen analfabetos prácticamente, los jóvenes se preparan mucho
más, tienen varias carreras, masters, hablan idiomas, dominan las nuevas
tecnologías, etc. Pero les faltan muchas otras capacidades, que se dejan de
lado tanto en la escuela como en casa: el ESFUERZO, el SACRIFICIO, el VALORAR
LAS COSAS, el VALERSE POR UNO MISMO, etc.
El otro
día me ocurrió una cosa que me hizo reflexionar y que, realmente, me hizo
pensar en esta entrada del blog. Actualmente estoy entrenando a un equipo
infantil de fútbol. Con ellos aplico todo lo que aprendí como jugador y todo lo
que sigo aprendiendo como pedagogo cada día. De hecho, en una entrevista que me
hicieron para un periódico local a principio de temporada me preguntaban por
cuáles eran mis objetivos de cara a la temporada. Mi respuesta sorprendió tanto
al periodista que tuve que explicársela. Simplemente dije que mi objetivo es
que los chavales aprendieran una serie de VALORES que les servirían para toda
su carrera futbolística, pero también para su vida. A principio de temporada,
en la primera charla con los chavales, les planteamos una serie de 10 valores
que les repetimos cada semana. Esa lista al final la aprenderán, y no por
repetición, sino porqué cada vez que con una acción están demostrando uno de
esos valores, se la reforzamos. Y reflexionamos con ellos. Es muy satisfactorio
cuando uno de ellos te dice: “Miste, esto es compañerismo ¿verdad?”.
Bueno,
a lo que iba… Resulta que el sábado tras el partido, recibo por la tarde una
llamada de una madre, “¿Qué es lo que pasa con mi hijo?” me dice, yo preocupado
por si se había lesionado o algo. Pero no, que su hijo le ha dicho que tenemos
algo contra él y que por eso no ha jugado las 2 últimas semanas. Me hizo mucha
gracia, con calma le expliqué que no pasaba nada con su hijo y que cuando
demostrara que se ESFUERZA por jugar, volvería a jugar. La cuestión es que
pensé en cuando yo era pequeño, yo he jugado al fútbol federado desde los 6
años, y JAMÁS se me hubiera ocurrido decirle a mi madre que el entrenador no me
pone. De hecho, los padres de mi época no eran como los de ahora, que hacen los
deberes con sus hijos, les acompañan a entrenar, les llevan a cada partido,…
Supongo que aquí entra la APARIENCIA de la que os hablaba antes. No creo que
estos padres sean “mejores” que mis padres. Mis padres ni siquiera sabían si yo
jugaba al fútbol o no. Sabían que no estaba haciendo nada malo y que a mi hora
estaba en casa para comer después del partido. De hecho, he jugado toda mi vida
al fútbol en equipos de 1ª y 2ª regional, preferente y en 3ª División, y mi
madre sólo ha venido a verme una vez, y mi padre creo que dos.
El
ejemplo del fútbol vale para cualquier otra circunstancia de la vida de
nuestros hijos. Esa sobreprotección, el estar todo el día pendientes de ellos,
el no TOLERAR sus enfados o sus llantos, todas esas actitudes no nos hacen
mejores padres, mejores maestros, mejores entrenadores,… Simplemente les hace a
ellos peores. Niños que no llegan a desarrollar todas sus capacidades y que
cargarán con ese déficit durante el resto de sus vidas.
No
tengamos MIEDO A EDUCAR. No tengamos MIEDO A LO QUE DIRÁN OTROS PADRES DE
NOSOTROS. No tengamos MIEDO A PENSAR QUE NUESTROS HIJOS NO NOS QUERRÁN. Pensad
en vuestra infancia, en el ESPACIO que nos daban nuestros padres, en ese
ESPACIO que después nos pedirán nuestros hijos cuando sean adolescentes. Hay
frases que yo escuchaba antes y ahora no las escucho:
- Una buena bronca a tiempo siempre viene bien.
- Ningún niño se muere de llorar.
- Si te han castigado (o has suspendido), algo habrás hecho tú.
- Eso no es nada.
- Si te has metido en eso, ahora sales tú solito.
En
definitiva, no tengamos MIEDO A EDUCAR, a cumplir con nuestras obligaciones.
Los únicos que pierden con la falta de AUTORIDAD y RESPETO, son nuestros hijos.
Fuente: http://pedagoliver.blogspot.com.es/2012/11/miedo-educar.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario