lunes, 23 de diciembre de 2013

MIEDO A EDUCAR

Estamos en una época un tanto confusa. Parece que lo ocurrido a principios del siglo pasado aun esté reciente. La guerra civil aun colea en España, aunque realmente quede lejos en el tiempo. A nivel educativo nos afecta mucho, la palabra clave en este sentido es REPRESIÓN. Durante aquella época y durante muchos años después, el país estaba sumido en una era de represión (cultural, educativa, social, sexual,…). Ahora vemos esa represión con miedo, como el “coco” que nos decían nuestras madres de pequeños que vendría a por nosotros si no nos dormíamos… La palabra “represión” es el “coco” de hoy en día.

Hemos llegado a un efecto péndulo, de la época en la que todo estaba prohibido, hemos pasado a una época en la que TODO VALE, lo que está es PROHIBIDO PROHIBIR. Las familias y las escuelas tienen MIEDO A EDUCAR, miedo a que cualquier acción educativa que llevemos a cabo pueda parecer represión. En esta forma de pensar absolutista del “todo o nada”, es muy difícil educar.

Los padres tienen miedo de prohibirle cosas a sus hijos por MIEDO a PARECER malos padres. Los maestros tienen miedo de ser severos por MIEDO a PARECER maestros “chapados a la antigua” (con la respectiva reprimenda de los padres). Estos actos, que no son otra cosa de no cumplir con nuestras responsabilidades, tanto como padres o como docentes, son puros actos de egoísmo y de apariencia. En esta sociedad, tan “fan” de etiquetar, nuestro mayor objetivo es que no nos etiqueten, ni como malos padres, ni como “profes changos”, ni como nada que pueda dañar nuestra imagen. Pero, como digo, es un acto de egoísmo, porqué sólo pensamos en nosotros. No pensamos en nuestros hijos, en nuestros alumnos,… que son los verdaderos damnificados en toda esta situación.

Estamos creando futuras generaciones de jóvenes autodependientes. Cada vez es más normal ver a jóvenes que van a repartir CV con su madre, o jóvenes que incluso acuden a las entrevistas de trabajo acompañados de sus padres. Resulta paradójico que en la sociedad de la información, la sociedad de la competitividad, haya más desempleo que nunca. Los docentes están mucho más preparados que antes, ya no existen analfabetos prácticamente, los jóvenes se preparan mucho más, tienen varias carreras, masters, hablan idiomas, dominan las nuevas tecnologías, etc. Pero les faltan muchas otras capacidades, que se dejan de lado tanto en la escuela como en casa: el ESFUERZO, el SACRIFICIO, el VALORAR LAS COSAS, el VALERSE POR UNO MISMO, etc.

El otro día me ocurrió una cosa que me hizo reflexionar y que, realmente, me hizo pensar en esta entrada del blog. Actualmente estoy entrenando a un equipo infantil de fútbol. Con ellos aplico todo lo que aprendí como jugador y todo lo que sigo aprendiendo como pedagogo cada día. De hecho, en una entrevista que me hicieron para un periódico local a principio de temporada me preguntaban por cuáles eran mis objetivos de cara a la temporada. Mi respuesta sorprendió tanto al periodista que tuve que explicársela. Simplemente dije que mi objetivo es que los chavales aprendieran una serie de VALORES que les servirían para toda su carrera futbolística, pero también para su vida. A principio de temporada, en la primera charla con los chavales, les planteamos una serie de 10 valores que les repetimos cada semana. Esa lista al final la aprenderán, y no por repetición, sino porqué cada vez que con una acción están demostrando uno de esos valores, se la reforzamos. Y reflexionamos con ellos. Es muy satisfactorio cuando uno de ellos te dice: “Miste, esto es compañerismo ¿verdad?”.

Bueno, a lo que iba… Resulta que el sábado tras el partido, recibo por la tarde una llamada de una madre, “¿Qué es lo que pasa con mi hijo?” me dice, yo preocupado por si se había lesionado o algo. Pero no, que su hijo le ha dicho que tenemos algo contra él y que por eso no ha jugado las 2 últimas semanas. Me hizo mucha gracia, con calma le expliqué que no pasaba nada con su hijo y que cuando demostrara que se ESFUERZA por jugar, volvería a jugar. La cuestión es que pensé en cuando yo era pequeño, yo he jugado al fútbol federado desde los 6 años, y JAMÁS se me hubiera ocurrido decirle a mi madre que el entrenador no me pone. De hecho, los padres de mi época no eran como los de ahora, que hacen los deberes con sus hijos, les acompañan a entrenar, les llevan a cada partido,… Supongo que aquí entra la APARIENCIA de la que os hablaba antes. No creo que estos padres sean “mejores” que mis padres. Mis padres ni siquiera sabían si yo jugaba al fútbol o no. Sabían que no estaba haciendo nada malo y que a mi hora estaba en casa para comer después del partido. De hecho, he jugado toda mi vida al fútbol en equipos de 1ª y 2ª regional, preferente y en 3ª División, y mi madre sólo ha venido a verme una vez, y mi padre creo que dos.

El ejemplo del fútbol vale para cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros hijos. Esa sobreprotección, el estar todo el día pendientes de ellos, el no TOLERAR sus enfados o sus llantos, todas esas actitudes no nos hacen mejores padres, mejores maestros, mejores entrenadores,… Simplemente les hace a ellos peores. Niños que no llegan a desarrollar todas sus capacidades y que cargarán con ese déficit durante el resto de sus vidas.

No tengamos MIEDO A EDUCAR. No tengamos MIEDO A LO QUE DIRÁN OTROS PADRES DE NOSOTROS. No tengamos MIEDO A PENSAR QUE NUESTROS HIJOS NO NOS QUERRÁN. Pensad en vuestra infancia, en el ESPACIO que nos daban nuestros padres, en ese ESPACIO que después nos pedirán nuestros hijos cuando sean adolescentes. Hay frases que yo escuchaba antes y ahora no las escucho:
  • Una buena bronca a tiempo siempre viene bien.
  • Ningún niño se muere de llorar.
  • Si te han castigado (o has suspendido), algo habrás hecho tú.
  • Eso no es nada.
  • Si te has metido en eso, ahora sales tú solito.


En definitiva, no tengamos MIEDO A EDUCAR, a cumplir con nuestras obligaciones. Los únicos que pierden con la falta de AUTORIDAD y RESPETO, son nuestros hijos.

Fuente: http://pedagoliver.blogspot.com.es/2012/11/miedo-educar.html


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