Aunque es verdad que los
padres sólo quieren lo mejor para sus hijas, les repele la simple idea de hacer
de guías en el paso en que sus retoños dejan de ser niñas para convertirse en
mujeres. Parece que les da entre vergüenza y pena. Es como si cerrando los ojos
muy fuerte pudieran evitar que sucediera. Y entonces es cuando dicen eso de
"ve a preguntárselo a tu madre".
Este es exactamente el tipo
de respuesta que pido a los padres que reconsideren. Resulta que sus hijas los
necesitan de verdad.
Los padres no hacen una mueca
de desagrado cuando están orgullosos o contentos con sus hijas, y eso las niñas
también lo entienden. Cuando estamos orgullosos de ellas, lo demostramos con
una sonrisa, y hasta se nos llenan los ojos de lágrimas. Por tanto, cuando se
te nota que estás incómodo con la sexualidad de tu hija, inconscientemente le
estás haciendo creer que la sexualidad es algo que hay temer, o que se debe
evitar. Directa o indirectamente, le estás enseñando que no quieres implicarte
en una parte de su vida, lo que probablemente aumentará la distancia entre
vosotros. Nada de esto mejorará su autoestima o ni le hará sentir que la
quieres de forma incondicional.
Cuando los hombres expresan sus miedos por la
sexualidad de sus hijas, suelen decir algo como: "Creo que debería meterla
en un convento, porque sé cómo son los hombres". Pero, si el problema es que
los padres saben cómo son los hombres, la solución no es hacer que las niñas lo
paguen con su reclusión. La solución es educar a los niños en el respeto a las
niñas y a la mujer.
Primer caso: Cuando mi hija era todavía un bebé e íbamos al parque a jugar, era
muy normal ver a un adulto acercarse a la madre de un niño mono (de acuerdo con
los estándares sociales) y decirle con una gran sonrisa: "¡De mayor va a
ser un rompecorazones!"
Con este comentario se pone
de manifiesto la idea cultural por la que se espera que ese niño deje a su paso
una hilera de mujeres infelices desde su adolescencia. Él las amará y luego las
abandonará, rompiendo corazones por doquier. Y lo peor es que no se dice como
una crítica, sino como una celebración de su sexualidad masculina,
como si la capacidad de romper corazones fuese algo de lo que estar orgulloso.
Segundo escenario: Igual de normal sería que en ese mismo parque un adulto se
acercara a la mamá de una niña mona (de acuerdo con los estándares sociales) y
le dijera con una gran sonrisa: "¡Qué niña tan guapa! Yo que tú la tendría
encerrada hasta los 30".
De nuevo, de este comentario
se desprende fácilmente la idea cultural de que esa niña tendrá que aceptar el
ser vista como una víctima sexual en potencia, que deberá tener cuidado, y que
estará mejor si no sale de casa. Y esto tampoco se dice con tristeza, sino que
es una celebración de la censura, del
poder arrebatar a esa niña su sexualidad.
Esta es la versión light de
la infancia, pero, que sepas que tu hija tendrá que enfrentarse a esta clase de
mensajes durante toda su vida. Si quieres ver un ejemplo real de la versión más
dura, puedes echar un vistazo al artículo de Soraya Chemaly en el que relata su batalla para lograr que Facebook suprima el contenido que trivializa o
estimula la violencia contra las mujeres.
Tu hija necesita saber el
valor de su sexualidad, para que de un comentario aparentemente inocuo en un
parque no se llegue al extremo más violento en el que las violaciones forman
parte de la normalidad. Encerrarla hasta los 30 no va a ayudarla. Mostrarle tu
estima es lo que le ayudará a combatir las presiones a las que tendrá que
enfrentarse. No obstante, también quiero señalar que no todo gira en torno a su
seguridad. Si se da cuenta de que tú la valoras, ella tendrá confianza en sí
misma y lo tendrá más claro cuando vaya a tomar decisiones que afecten a su
felicidad personal.
Aquí tienes tres cosas que tu
hija necesita de ti, y que harán de ella una mujer feliz y con autoestima:
1. Necesita que respetes su cuerpo y sus capacidades
No evites usar las palabras
precisas para nombrar sus partes del cuerpo cuando es pequeña. A menudo oigo
por ahí que los niños son demasiado jóvenes para conocer términos tan
"propios de adultos". Pero no son términos de
adultos, sino de anatomía. Esto hace que se
conozcan mejor a sí mismas, y también que se sientan mejor. Un estudio
publicado en Gender and Psychoanalysis descubrió que las niñas menores de 5
años suelen escuchar más la palabra "pene" que cualquier palabra
específica para nombrar sus propios genitales. No es justo. Si para hablar de
su codo no dices "eso de ahí", no tienes por qué referirte a su vulva
con la expresión "ahí abajo". Cuando haces eso, estás estigmatizando
una parte de su cuerpo y dificultando aún más que se sienta orgullosa y dueña
de sí misma. Si no tienes muy clara la terminología anatómica, dedica un par de
minutos a informarte sobre el tema en Google. El cuerpo de tu hija merece algo
de tu tiempo.
Cuando crezca un poco más, no
trates de eludir las conversaciones sobre la menstruación y, si no entiendes
bien cómo funciona, apréndete la lección antes de que llegue el momento para
que puedas responder a cualquier pregunta que te haga. Recuerda que si no fuera
por la menstruación, no habrías tenido a tu hija. Si a lo largo de su niñez ya
le habéis hablado sobre el tema, luego no se sentirá incómoda con ello. Y si,
por casualidad, un día te pide que te acerques al supermercado a por unos
tampones, es mejor que te comportes con normalidad y que le preguntes de qué
tipo los quiere. Así, con total naturalidad.
2. Necesita sentir tu cercanía
No huyas despavorido cuando
empiece a madurar sexualmente. Creo que la explicación de este fenómeno
paternal tan común se basa en la simplicidad de la visión de los hombres cuando
se trata de observar la sexualidad de las mujeres, pues, como suele decir el
actor Billy Crystal, "las mujeres necesitan una razón para tener sexo; los
hombres sólo necesitan un lugar". Es por este motivo por el que los padres
pueden sentirse incómodos al ver cómo su preciosa niñita va convirtiéndose en
una mujer con curvas.
Ten en cuenta que ese es el
cuerpo con el que tu hija va a quedarse para el resto de su vida. Y ella tiene
que saber que tú siempre vas a estar ahí para lo que necesite; si le das la
espalda, creerá que ha hecho algo mal. Puede llegar a pensar que ese proceso de
distanciamiento es algo natural e inevitable. Tu hija no va a ser una niña para
siempre, así que no la pongas inconscientemente en la tesitura de tener que
elegir entre su sexualidad y tu amor. A veces las chicas también tienen miedo
de que su padre las juzgue por su actividad sexual. Cuando ocurre esto, además
de debilitar vuestros lazos, puede que en sus relaciones futuras siga
experimentando un sentimiento de culpa y vergüenza. Es muy difícil tener
confianza plena en uno mismo cuando sientes que te están juzgando o que no eres
lo suficiente para tus padres. Como padre, tú tienes el poder de asegurarle que
tu amor es inalterable, y que no tendrá que elegir entre tu amor y su propia
madurez.
3. Tú eres el modelo que le muestra cómo tienen que tratarla los demás hombres
Independientemente de su
orientación sexual, tu hija vivirá rodeada de hombres. Presta atención a la
manera en que te diriges a ella y a la forma en que hablas de las mujeres. Ten
cuidado cuando hables a tus hijos sobre chicas y asegúrate de que utilizan un
lenguaje apropiado. El tono que emplees en casa puede afectar positiva o
negativamente en su percepción sobre el trato recibido por parte del sexo
opuesto.
Y en este trato respetuoso
tiene que incluirse tu valoración sobre el hecho de que su sexualidad no sólo
consiste en los peligros de las enfermedades de transmisión sexual, de los
embarazos no deseados y de la violencia sexual. Merece la pena que le hables
sobre el deseo, sobre la atracción, sobre las complejidades de las relaciones
románticas y sobre las decisiones difíciles. Ofrécele tu apoyo y tu ayuda, pero
ten en cuenta también que debe sentirse libre para seguir su propio camino y
hacer caso a lo que le dicte su cabeza y su corazón.
Una de las cosas que más dicen las hijas sobre
sus padres es que les gustaría que fuesen más comunicativos. Por tanto, es
mejor que corras algún riesgo por tu hija y que dejes la puerta abierta a las
conversaciones sobre temas sexuales. No te preocupes si te pones nervioso;
hazte a la idea. Cuéntale que no te educaron para sentirse cómodo con este tipo
de cuestiones, pero que vas a superarlo porque no quieres que ella se vea en la
misma situación y que, ante todo, lo más importante es su bienestar y su
felicidad. A ella no le importará que titubees al principio. Se dará cuenta de
que entender su sexualidad es una parte esencial en su vida y que debe sentirse
cómoda con su cuerpo y orgullosa de él.
Tiene que entender que merece
ser tratada con respeto y que para ti, que eres el primer hombre de su vida, es
un honor dejar el listón bien alto.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/joyce-mcfadden/3-cosas-que-las-ninas-necesitan_b_4464889.html?utm_hp_ref=spain
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