Todo apunta a que, a día de hoy, es poco probable que los Príncipes tomen una decisión tan drástica sobre su situación, especialmente teniendo en cuenta que Don Felipe es católico y concibe el matrimonio como “único e indisoluble”. Desde Zarzuela, califican las desavenencias como "altibajos de pareja"
La crisis del matrimonio de
los Príncipes de Asturias,
maquillada como “altibajos de pareja” por el Palacio de la Zarzuela, salta a la
esfera pública en el momento más crítico para el Rey y su familia. A escasos
meses para que la pareja cumpla diez años casados, ‘La Otra Crónica’ de El Mundo dibuja el escenario en el que se
encontraría Doña Letizia en caso de producirse la disolución
legal del matrimonio. Lo más conflictivo afecta a la custodia
de las hijas de
la pareja, que quedarían exclusivamente a cargo de la Casa del Rey.
Don Aurelio Menéndez, fundador del prestigioso
bufete Uría Menéndez y antiguo preceptor de Don Felipe, se encargó de preparar
las capitulaciones matrimoniales. Según fuentes de la Casa Real, los
contrayentes pactaron casarse en régimen de separación de bienes.
Poco a poco, se fueron negociando el resto de puntos. Abrumada por tanta
burocracia, Letizia pidió a su primo, David Rocasolano, que
echara un vistazo al documento final en calidad de abogado.
"Yo era un abogado
joven, pero ya había leído centenares de capitulaciones matrimoniales. Suelen
tener dos o tres folios. El legajo que me entregó Letizia tendría
40 o 50", narra en su polémico libro. "En caso de
separación, mi prima no iba a tener problemas. Le quedaba una asignación. Algo
más que una asignación, se debería decir. Una residencia de verano y otra de
invierno. O sea, también algo más que una residencia. Con su servicio y sus
cosas. La vida solucionada, en resumen".
No se puede renunciar a derechos futuros
Del contrato firmado ante
notario semanas de la boda, poco más se sabe. Las capitulaciones se
inscribieron en el Registro Civil específico que tiene reservado la Familia Real en
el Ministerio de Justicia, donde figuran los cambios que afectan al Rey, a la
Reina, y a los ascendientes y descendientes del Rey en primera línea, así como
los del Príncipe de Asturias y su esposa.
Según destaca el artículo
de La Otra Crónica, el punto más conflictivo del
trámite notarial fue el tocante a la custodia de los hijos en caso de divorcio,
ya que Letizia debió darla por perdida. Leonor y Sofía seguirían residiendo en
Zarzuela y su formación sería asunto exclusivo de la Corona, motivo al que
aluden muchos para explicar por qué la Princesa permanecerá al lado de Felipe
contra viento y marea.
Según explica la
vicepresidenta de la Asociación Española de Abogados de
Familia, “no se puede renunciar a los derechos futuros, y menos
negociar con los derechos de los menores; en este punto, un acuerdo prenupcial
tendría poco valor”.
Respecto al estatus de la
Princesa una vez se divorciase de Don Felipe, las capitulaciones contemplan que
perdería el título de Princesa de Asturias y el tratamiento de Alteza Real. Si
el matrimonio solamente se separase (sin disolver su vínculo),mantendría el título y el tratamiento,
en atención a que es la madre de la futura Reina.
¡De ninguna manera voy a dejar que me fotografíes!
Todo apunta a que, a día de
hoy, es poco probable que los Príncipes tomen una decisión tan drástica sobre
su situación, especialmente teniendo en cuenta que Don Felipe es católico y
concibe el matrimonio como “único
e indisoluble”.
Una de las últimas disputas
entre los Príncipes tuvo lugar el pasado 5 de enero durante la cabalgata
de Pozuelo de Alarcón. Al darse cuenta de que una reportera
gráfica estaba sacando estampas de la familia, la Princesa Letizia mantuvo con
ella una agria disputa: “¡De ninguna manera voy a
dejar que me fotografíes! Eso vale mucho dinero”, exclamó, ante la total
indiferencia del Príncipe Felipe, que desde el otro lado de la calle, ni
siquiera miraba a su esposa.
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